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    Sanda Tarruella Interioristas diseña el restaurante Ana la Santa del ME de Madrid

    @Meritxell Arjalaguer

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    Sandra Tarruella Interioristas ha diseñado Ana la Santa, el nuevo restaurante del ME Madrid Reina Victoria de Madrid, que nace de las sugerencias planteadas por los clientes Tomás Tarruella y Perico Cortés, fundadores de la nueva empresa de hostelería En Compañía de Lobos.

    El objetivo era poder crear un espacio donde varias opciones de comida y de “maneras” de comer tuvieran cabida en el mismo local. De allí la idea de crear cuatro zonas distintas, cuatro espacios diferentes que se organizan alrededor de la gran barra central, eje y punto neurálgico del local: un restaurante clásico, una zona de tapas, una zona invernadero-jardín y un salón con chimenea.

    Ayudándose con dos diferentes niveles consiguieron dividir, sin crear barreras visuales, el espacio más informal de la entrada, de la zona más elegante en la parte trasera del restaurante.

    En el primer nivel se encuentra la zona del jardín-invernadero, con suelo hidráulico, techo de mimbre y plantas. Esta zona comunica con el resto del local a través de unas carpinterías de cuarterones de cristal y hierro, que permiten al cliente visualizar el resto del local estando cómodamente sentado en una zona ajardinada.

    En el lado opuesto del jardín está la zona del salón que, con sus materiales cálidos, la chimenea y la estantería llena de libros, remite a una sensación hogareña, al salón de casa donde te sientes a gusto disfrutando de un libro, tomando una copa y consultando internet cómodamente sentado en el sofá.

    ©Meritxell Arjalaguer

    ©Meritxell Arjalaguer

    La gran barra está situada entre dos niveles, lo que permite mucho juego a la hora de sentarse y disfrutar comiendo en ella: taburete desenfadado en la zona de tapas y silla cómoda en la de restaurante, todo mirando hacia la zona de preparación de platos y cócteles en la isla central.

    Esta barra central hace de unión de estos dos mundos: por un lado, la simpatía de tomar unas tapas en el banco corrido con cojines de colores y mesas de madera con individuales, y por otro lado, la clásica comodidad de los restaurantes de siempre, donde una intencionada austeridad cromática (blanco y negro) unida a mesas de mantel con vidrio y sillas tapizadas, crea un ambiente relajado donde el cliente puede disfrutar de una colección de fotos de Madrid en blanco y negro y de su carta.