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    Abre el hotel ‘boutique’ Ur Bare en Zarautz

    El hotel establece un hipnótico diálogo entre sus instalaciones y la naturaleza circundante, con especial presencia del mar.

    ©Erlantz Biderbost

    Presidiendo el extremo occidental de la playa de Zarautz, una antigua villa original de 1944 reabre sus puertas convertida en un acogedor hotel de lujo en el que su nombre, Ur Bare (“aguas tranquilas”, en castellano) hace referencia a la atmósfera sosegada y minimalista del espacio, por encima de las aguas que se agitan feroces tras los omnipresentes ventanales que integran hotel y mar Cantábrico.

    Ur Bare invita a disfrutar de Zarautz, un pueblo cosmopolita y sereno, que lleva el surf, la gastronomía y el mar como bandera, desde un enclave privilegiado que se asoma al pueblo sobre la misma arena de la playa.

    Así, Ur Bare nace como un hotel boutique de lujo calificado de Singular Valor Arquitectónico. El proyecto de recuperación de la antigua villa de tres plantas ha sido llevado a cabo por la arquitecta Beatriz Bergasa, que ha establecido un contacto directo con la naturaleza, gran protagonista de la zona, mientras que el interiorismo surge de la colaboración de tres estudios: Trenchs Studio, Anna Torndelacreu y Crude.

    El hotel dispone de 13 habitaciones completamente únicas, todas ellas con vistas al mar o a un exuberante  jardín. Edificio y naturaleza se funden a través de enormes ventanales, muchos de los cuales pueden abrirse a través de cristales correderos verticales, permitiendo que el lienzo en movimiento que conforman pueblo, mar y montes verdes prácticamente se adentre en la habitación. Por otro lado, el uso de materiales nobles y tradicionales consigue un efecto de calidez y confort en todas las estancias para que el huésped se sienta como en casa.

    Como no podía ser de otro modo, Ur Bare dispone de un restaurante excepcional que, en su corto tiempo de vida, ya ha sido distinguido con un Sol Repsol. Con especial foco en la brasa, Villa Aiten Etxe deleita a los afortunados comensales con ingredientes locales de primera calidad procedentes del Cantábrico y de las ricas praderas del interior. Además de la parrilla, pueden disfrutarse recetas como el ceviche de lubina salvaje, el steak tartar de picaña de ternera o el lingote de cochinillo deshuesado, todo ello acompañado por una carta de vinos con más de 200 referencias entre bodegas nacionales e internacionales.

    En la azotea del hotel, una inmaculada piscina climatizada precipita la mirada sobre la línea de playa, mientras que en el semisótano conviven una preciosa bodega y la sauna. En las tres plantas intermedias, recepción, sala de reuniones y gimnasio completan las instalaciones. Además, se ofrece servicio de alquiler de bicicletas eléctricas y tablas de surf para poder explorar profundamente uno de los destinos más atractivos del mundo, tanto para surfistas como para bon vivants.

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