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    A un paso el agua más calentita y dulce del Algarve

    En el corazón del sur de Portugal, junto a un bonito cañón del río Guadiana, está el paraíso: uno tranquilo, bucólico, de agua dulce y templada. Un jacuzzi natural a cielo abierto llamado Pego Fundo que nada tiene que envidiar a los paradisíacos arenales de la costa atlántica algarvía. Aquí, junto al castillo de Alcoutim, rodeado de serranía y de un rural encantador, puedes darte un baño de aguas cristalinas a 30 grados y disfrutar de la mejor gastronomía tradicional.

    Al otro lado de la Via Algarviana, que invita al viajero que se atreve a salir de la orilla de las mejores playas del mundo, a recorrer en bicicleta los senderos más auténticos del Algarve, aguarda paciente Alcoutim. Esta villa típicamente portuguesa, de ritmo tranquilo y carácter acogedor, esconde una de las playas más desconocidas de Algarve: Pego Fundo. El nombre se lo da el afluente del río Guadiana que se detiene a su paso por la Ribeira de Cadavais para crear este paraíso de agua dulce, cristalina y templada que hace las delicias de los amantes del turismo de interior. Hasta 30 grados alcanza este jacuzzi natural a cielo abierto. Porque el corazón de Algarve es tierno, caliente y como un soplo de aire fresco en pleno verano. Deja por unos días los acantilados salados del Atlántico y atrévete a conocer el Algarve más dulce.

    Pego Fundo: un jacuzzi natural en el corazón del Algarve

    A menos de una hora de España (45 minutos desde Ayamonte-Huelva), hay un Algarve secreto a la orilla del río Guadiana. Uno de sus brazos, al que llaman Pego Fundo, se fue abriendo camino por estas tierras serranas hasta crear uno de los lugares más idílicos para pasar el verano. Está en la Ribera de Cadavais, en Alcoutim, y es una de las mejores playas fluviales del Algarve.

    Su agua templada (alcanza los 30 grados) permite quedarse a remojo en alguno de los recovecos que va diseñando el río a su paso por este lugar, al tiempo que se disfruta de una naturaleza envolvente en la que lo mismo te duermes con el canto de los pájaros que con el tintineo de los cencerros de un rebaño que anuncia su presencia. La vida rural no se detiene en vacaciones y ese es precisamente el encanto de este lugar.

    Las oportunidades de ocio en verano son todas y para todos (tiene el sello de ‘playa accesible’, por lo que la pueden disfrutar también personas con movilidad reducida): hay restaurantes, baños, vigilancia y hasta la réplica de un molino de viento; uno de los puntos más instagrameables.

    Alcoutim: un verano pausado a las orillas del río

    Desde la orilla onubense del Guadiana se puede ver esta hermosa villa morisca que advierte de su importancia nada más llegar. Su castillo imponente transmite el espíritu fronterizo que todo lo nutre en este rincón del Algarve en el que parece que los veranos son aún como los de antes.

    Las mañanas aquí transcurren lentas entre casas de paredes blancas y bocanadas de naturaleza. La serranía de jaras y olivos todo lo toca extendiéndose hasta la ribera, donde se ven pasar embarcaciones que disfrutan el verano sin aspavientos. Campanarios que recuerdan el paso del tiempo y hacen repicar sus badajos para dar alguna que otra noticia de la crónica social local; se escuchan desde las hermosas terrazas que sirven lo mejor de la gastronomía serrana entre calles estrechas y escarpadas que sortean con maestría el calor. Embuchados de carne, chorizo, quesos de cabra u oveja, preparados según recetas de hace siglos. Unas aceitunas con vino de la zona y después, los sabores estrella cuando no es tiempo de caza: lochas, anguilas, percas y, en temporada, la lamprea. Estamos en el interior de Algarve y aquí luce el mismo encanto que en la playa, pero a otro ritmo. Los dulces no perdonan: filloas, pupias y el nogado, elaborado a base de almendra y miel. Clásicos para acompañar con aguardiante de higo o madroño. Lo típico.

    Telares: la herencia artesanal que late en el interior del Algarve

    Pero si hay algo que habla de la personalidad de esta tierra son los telares, que siguen trabajando en las aldeas en piezas únicas artesanales que son el orgullo del Algarve. Perderse entre los caminos rurales y encontrarse con algunas manos tejiendo estas piezas es una experiencia única de la que aprender mucho más del destino. En Alcoutim, en concreto, se confeccionan coloridas mantas con trozos de tela, colchas, toallas de lino (como ya no se hacen en ningún otro lugar), chales, sombreros de paja, encajes y hermosos cestos que se elaboran con las cañas que crecen en la orilla del Guadiana. Un viaje que conecta con las raíces de un pasado no tan lejano y del que el viajero puede regresar sabiendo que se lleva un recuerdo único.

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