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    5 patios manchegos para ponerse ‘a la fresca’ con mucho estilo

    La arquitectura vernácula del patio de la Torre del Vino de Socuéllamos, el intimismo del claustro del convento de San Bernardo de Villarrobledo o los aires cervantinos de la Cueva de Medrano de Argamasilla de Alba. El patio de la Casa del Rey de Alcázar de San Juan o las columnas dóricas tras la fachada color ‘flor de azafrán’ del Palacio de Don Diego de La Solana. Cinco patios manchegos en los que ‘tomar la fresca’ y aprender sobre historias del virrey de Perú, catar los mejores vinos de la Ruta del Vino de La Mancha o disfrutar del teatro en un corral de comedias.

    Museo Casa Hidalgo Alcázar de San Juan

    Esconden historias apasionantes y secretos inconfesables. Toda la tradición que atesora la Ruta del Vino de La Mancha cabe en cualquiera de ellos. Los hay grandes y encantadoramente pequeños, con exposiciones, conciertos, catas de vino, visitas guiadas o museos; todos guardan orgullosos la Historia de La Mancha que, en tiempos de amos y señores, dio origen a la famosa expresión ‘bailar el agua’. ¿Sabes de dónde viene? ¡Del calor!

    Los trabajadores de las casas solariegas baldeaban el suelo de los patios en verano, para que los señores no sintiesen el golpe de calor al entrar. De ahí que los patios manchegos se entiendan desde siempre como historia, belleza y refugio. En ellos, el agua refleja la luz como un baile en el suelo. La Ruta del Vino de La Mancha los tiene por todas partes y visitarlos es conocer la artesanía y la vida manchega. Todos tienen su personalidad, pero en ellos coincide una costumbre: pasar la tarde a la fresca con mucho estilo. El estilo manchego. ¿Te animas a conocerlos?

    Veladas de vino y música en el patio de la Torre del Vino, en Socuéllamos

    El Museo Torre del Vino es el centro de operaciones de los mejores planes para maridar vino y verano en Socuéllamos y, en su interior, está su patio; un espacio encantador en el que disfrutar de catas, música en directo y degustación de los mejores productos de la gastronomía manchega entre elementos auténticos de la arquitectura vernácula, la que vincula a esta tierra con el vino y toda su cultura y tradiciones.

    A los elementos de labranza y el típico empedrado del suelo (el que se baldea para bajar la temperatura) se le suma el protagonismo del bombo o chozo, como se le conoce en esta parada de la Ruta del Vino de La Mancha. Esta construcción de piedra seca, hecha con una técnica prehistórica por los pastores, imprime carácter manchego al patio y recuerda a los visitantes el vínculo de esta tierra con los vinos que pueden beber en ella. Todos elaborados en el mar de viñas que inunda esta localidad en la que el vino es el protagonista de la agenda cultural.

    En torno a este patio se puede participar en concursos de cata, disfrutar de ‘Vino bajo las estrellas’ y escuchar música en directo, además de formar parte de las visitas guiadas del museo. En las noches de agosto, además, coincidiendo con los días de feria (10 de agosto), se celebran catas de otras Denominaciones de Origen para abrir los paladares a otros vinos; todo acompañado de buena música, quesos manchegos y mejor ambiente.

    En la frontera entre agosto y septiembre, como antesala de la vendimia y comenzando Manchavino, Socuéllamos celebra su Patio del Vino: tres días dedicados a la cata de vinos socuellaminos y otras paradas de la Ruta del Vino de La Mancha, en los que disfrutar de buena música y llevarse a la boca los mejores sabores de La Mancha. Un planazo que cuenta con la participación del Consejo Regulador de la DO La Mancha y que, año tras año, pone a Socuéllamos en el mapa del mejor enoturismo.

    El intimismo de los patios de Villarrobledo y la historia del virrey de Perú

    El claustro del monasterio de la Purísima Concepción y San Bernardo (1597), en Villarrobledo, no solo es un buen refugio para el calor, sino que esconde belleza e historia. Fue el primer convento creado en la localidad y alberga en su interior un patio que es un remanso de paz en las tardes de verano. Dentro de su iglesia, además, se venera al Cristo de Medinaceli.

    Otro patio que puede resultar una buena alternativa para tomar la fresca en esta parada de la Ruta del Vino de La Mancha, es el patio del santuario de la Virgen de la Caridad (siglo XVI), patrona de Villarrobledo. Un templo de estilo neoclásico popular, con algunos elementos de interés de la primitiva ermita de estilo mudéjar, como su artesonado.

    La historia de este lugar despierta principal interés cuando uno pone la mirada en la Imagen de la Patrona y la peana sobre la que se eleva, realizada en plata maciza traída desde el cerro del Potosí. Se trata de una obra de estilo barroco americano de incalculable valor artístico e histórico, que representa el famoso cerro Potosí y que fue regalada a la Virgen por Fray Diego Morcillo, natural de Villarrobledo y nombrado por Felipe V, Virrey de Perú.

    Atardeceres cervantinos en la Casa de Medrano de Argamasilla de Alba

    La Casa de Medrano, de la que se tienen noticias desde el siglo XVII y se dice fue prisión de Miguel de Cervantes y el lugar donde concibió su inmortal Don Quijote de la Mancha, es hoy un lugar que respira arte, música y teatro en torno a su espectacular auditorio, corral de comedias manchego.

    Aquí, en este escenario de indiscutible sabor a La Mancha, el viajero puede adentrarse en la Cueva de Cervantes, descubrir las pinturas de Gregorio Prieto o admirar los bustos de personajes de El Quijote, obra de Cayetano Hilario, que lucen en el patio que se esconde tras las paredes de la Casa, un lugar mágico en el que el 27 de julio se hará un concierto tributo a Queen.

    Agosto será para otros planes, como la lluvia de perseidas, que llevará al viajero hasta otro de los grandes escenarios de Argamasilla de Alba: el Castillo de Peñarroya. Allí se podrá disfrutar de uno de los cielos estrellados más impresionantes al tiempo que se catan los vinos de la Ruta del Vino de La Mancha. El día 24 se retoma el aire teatral que se respira siempre en esta parada con las XXXVIII Jornadas de Teatro Cueva de Cervantes, con Sus Labores, de Yunque Teatro.

    Alcázar de San Juan: un patio hidalgo y otros ‘escenarios de verano’

    La Casa Museo del Hidalgo en Alcázar de San Juan es de esos lugares en los que entras y quieres quedarte un rato. Por algo su auténtico nombre es la Casa del Rey; en esta antigua casa solariega del siglo XVI se respira la auténtica vida de los hidalgos y sentarse a apreciar cada detalle es viajar en el tiempo y comprender la vasta historia de esta parada de la Ruta del Vino de la Mancha.

    Su patio, la parte más noble de la casa, lleva siglos cobrando vida en los meses de verano, y es un lujo pasar la tarde aquí imaginando el ir y venir de las familias que inspiraron la obra de Cervantes: las fuentes, los pozos, el comedor, el despacho… la vida que encierra este patio manchego está llena de capítulos apasionantes que puedes conocer si lo visitas. Una vez fuera, Alcázar de San Juan está lleno de Escenarios de Verano, un ambicioso programa cultural que llena de música, teatro, humor o pintura los rincones de la localidad.

    La Solana: dos patios entre columnas dóricas y un Corral de Comedias

    En esta tierra en la que crece el azafrán y adonde se acerca el viajero para escuchar la zarzuela, es fácil dejarse llevar por la belleza de sus plazas y edificios. La historia de estas calles se remonta a siglos atrás; basta saber que La Solana nació en torno a un castillo musulmán cuyos restos son los cimientos de la hermosa iglesia de Santa Catalina.

    Aquí, en este oasis de la llanura que atraviesa la Ruta del Vino de La Mancha, dos son los patios que se llevan el protagonismo: el del Palacio de Don Diego y el de la Casa de la Encomienda. El primero, destaca en la plaza del mismo nombre (Monumento de Interés Artístico-1981) por su color ‘flor de azafrán’ y su patio con columnas dóricas. En él puedes disfrutar de exposiciones y otras actividades de las que te informarán en la Oficina de Turismo, sita en esta joya del siglo XVIII. La Casa de la Encomienda destaca por su patio con balaustradas de madera con reminiscencias típicas de un Corral de Comedias. En el mismo se conservan un brocal y la pila que servía para beber las mulas, lo que imprime un carácter al espacio tradicionalmente manchego.

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